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Manuel Asís, un alma inquieta que descubrió el yoga

Hay pocos negocios que susciten tanto interés, y buenos números económicos, como lo hace el Yoga. Esta actividad, que promete relajar cuerpo y mente con cierta disciplina, no hace más que adoptar nuevos y entregados seguidores a su causa.

Y no es de extrañar, tras una incontenida pandemia, en donde toda la población se vio obligada a auto confinarse en sus hogares, esta disciplina, nacida hace 5000 años en la India, fue el bálsamo, sino, en otros muchos casos, una tabla de salvación para sobrellevar el consabido encierro y reclusión de muchos ciudadanos agobiados y tensionados por la exasperante situación. Su popularidad, y por ende, su provecho económico, fue auspiciada por la emergencia sanitaria y utilizado por algunos profesionales para sumarse a una moda que pintaba trending topic.

No fue el caso de Manuel Asís López, natural de la Región de Murcia en España, quien descubrió, quién sabe si por inquietud, esta doctrina filosófica de los adeptos al brahmanismo, en una de sus cuantiosas estancias laborales a lo largo y ancho del planeta. Una disciplina que le cambió su vida y la integró, poco a poco, a medida que iba sumergiéndose en las prácticas ascéticas.

El hombre que soñaba con los ordenadores

La niñez de Manuel siempre estuvo alrededor del sembradío y plantío murciano, corriendo entre lechugas, pimientos, brócolis, alcachofas o calabacines. Quizás no muy diferente de otros muchos párvulos de la denominada “Huerta de Europa”.

Quizás la revelación, que le inclinaría por una carrera técnica, la cual le alejaría del vergel familiar, vino, de sorpresa, encarnado en uno de esos muchos vendedores de libros ambulantes que circulaban por las calles de la comarca. Y es que aquel hombre, poseía entre sus reclamos, un manual de programación que llamó la atención del muchacho.

Con la compra de aquel libro, Manuel cambió, en un abrir y cerrar de ojos, la familia de hortalizas, con las que se divertía hasta ahora, por otra donde se situaban los lenguajes de programación de alto nivel.

Para cerrar el círculo, el futuro ingeniero solo necesitaba una máquina que entendiera su código y diera rienda suelta a su nueva afición. No pasó mucho tiempo hasta que Manuel pudo hacerse con un Commodore 64 y, años más tarde, con un Amstrad PC1512. Computadoras muy populares, en los gloriosos 80’, con los que cuantiosos early adopters codiciaban. Manuel, también.

Las máquinas resultaron ser el compañero ideal de aprendizaje de Asís para un nuevo mundo que se abría a sus pies: El de la tecnología y la programación.

 

Madrid, el lugar escogido para estudiar Minas

Con las computadoras y el lenguaje máquina quedaba claro la inclinación de Manuel por una formación más técnica que humana. La decisión de trasladarse a Madrid, desde su Murcia oriunda, estaba en poder cursar, durante 5 años, Ingeniería de Minas.

Tras su estancia en la capital del Reino, Manuel decide terminar sus estudios, por medio de un Erasmus, en la ciudad francesa Saint-Étienne, capital del departamento de Loira.

 

Pramod Jain, el gurú que le introdujo en el Yoga

Durante la estancia del adolescente Manuel, en la mayor compañía siderúrgica mundial, ArcelorMittal, coincidió con, Pramod Jain, un experto consultor de finanzas que, además, ejerció como mentor en una disciplina espiritual hasta entonces para él desconocida.

De forma altruista, mientras el resto de trabajadores de la compañía siderúrgica aprovechaban su tiempo de descanso para comer, los dos recién conocidos, organizaban sesiones de yoga de lunes a viernes.

Esta nueva disciplina ayudó a Manuel a conectar espiritualmente con las personas y evadirse de las jornadas intensivas de trabajo o, al menos, sobrellevar la carga del día a día mejor.

En aquellas sesiones espirituales, maestro y aprendiz, permanecían conectados a través de un cable emocional, sumamente psíquico, donde los grandes testigos mudos, de cada jornada, eran los jardines y salas de la compañía que recogían, en silencio, las prácticas místicas de los dos grandes amigos.

Durante esta etapa, el novel practicante de Yoga, entendió las cualidades beneficiosas que dicha disciplina mística y milenaria le había reportado en su día a día. Quiso, entonces, poder compartir su “descubrimiento” y “experiencia”, con el resto de la gente, de forma altruista, de la misma forma que, desde aquel primer momento, el experimentado amigo y compañero, Pramod Jain, lo dispusiera con él.

Tras la revelación, la formación en Yoga

Tras el voraz e incesante interés de Manuel por esta ya filosofía de vida, decidió emprender un nuevo viaje. Esta vez, dicha aventura, no estaría relacionado con ningún objetivo comercial. La travesía correría por derroteros más espirituales que materiales. Y su emprendimiento mental solo podía darse en Rishikesh, el refugio espiritual para sobrevivir en la India.

Asís, recién aterrizado en aquella ciudad del distrito de Dehradun, estaba cómodo y respiraba aquella mística desprendida de un entorno incomparable. Las majestuosas montañas del Himalaya precipitándose en el salvaje y sagrado Ganges, rodeado de esa bruma, entre mágica y tóxica, que parecían dar la bienvenida al futuro profesor de Yoga y Mindfulness.

En este lugar fascinante y seductor, engalanado de un olor a incienso y paz, con rituales al caer el sol, el joven Asís permaneció 5 semanas hasta alcanzar el grado de profesor de Yoga y Mindfulness.

Una nueva etapa en Londres y el encuentro buscado con Ajahn Brahm

Tras completar la formación y la meditación trascendental en la India, Manuel se encaminó a la ciudad próspera, vibrante y global de Londres.

En esta aventura profesional, como consultor Lean Renault-Nissan, en la City, el alma de ingeniero de Manuel compartía espacio con el nuevo espíritu ascético y bien modelado que Rishikesh le había otorgado.

Los parques y jardines, ricos y fecundos, de Londres se convertían, por las tardes, en espectadores necesarios de las reuniones que el hábil profesor de Yoga protagonizaba con multitud de personas curiosas que allí participan de estas prácticas saludables para el cuerpo y la mente.

Las consultarías en Londres eran compartidas, también, con espectaculares lecciones de Yoga y Meditación en los denominados FunSunday’s Meet & Dance. Un tiempo y espacio ideal de relajamiento para conectar con uno mismo y el resto de los participantes.

Uno de los mentores “en remoto” de Manuel, durante su estancia en Londres, resultó ser el monje budista británico-australiano Ajahn Brahm. Gracias al canal de YouTube del abad del Monasterio Bodhinyana, donde dejaba testimonio de las prácticas ascéticas, Manuel siguió con su proceso integral de mejora de su bienestar físico, mental y espiritual.

Quiso la fortuna, o casualidad, que Ajahn Brahm decidiera ofrecer en Londres un retiro y diversas conferencias con el fin de comunicar las buenas prácticas del Yoga. Una oportunidad única que Asís no desaprovechó aún cuando ya tenía un nuevo destino laboral establecido con fecha y hora.

 

De vuelta a España y la Fundación de Barayoga

Una nueva oportunidad laboral en Tubos Reunidos condujo al profesor de mindfulness a Euskadi, donde quiso dar forma, en forma de asociación, a todas aquellas experiencias aprendidas y compartidas en tantos lugares y con personas diversas. Así nacía Barayoga como un lugar de encuentro para todos los amantes del bienestar corpóreo y mental.

En dicha organización, Manuel pudo integrar sus más de 15 años de experiencia con grupos en distintos países de Europa y la sólida formación obtenida en India, Japón y Tailandia, para hacerlo llegar a sus asistentes. Pues numerosos eran los eventos de yoga y meditación, que desde Barayoga, se realizaban en las playas más idílicas de Vizcaya, como La Salvaje, Barrika y Azkorri.

Como profesor de Yoga, con doble titulación, para niños y para adultos, el ido consultor experto de Tubos Reunidos, organizaba clases especialmente dedicadas y bien recibidas por los más pequeñas.

Barayoga, como asociación, ha llegado a varias localidades vizcaínas como Zamudio y Baracaldo donde los ayuntamientos han apostado por actividades de yoga para la ciudadanía.

Manuel Asís, también ha contraído una colaboración con IFAP – Centros de Formación por la que la asociación de Barayoga realiza cursos subvencionados de por Lanbide de Yoga y Mindfullness. Estas formaciones para trabajadores cuentan con 25 h – 30 h. semanales y en ellas se ofrecen herramientas para combatir el estrés diario.

El éxito de los eventos promocionados por Asís ha conseguido reunir, en los últimos años, numerosos participantes entusiastas que han dejado su buena crítica sobre esta gran práctica ascética.